Mama, hay días que mi silencio
no es olvido o dolor o quejido;
hay días que si no voy contigo
es que estoy calada de aguacero.
Crujen ramas, hay desfiladero,
vida es síncopa de lo vivido,
aire que trago entero y mastico.
Mama, aunque no te lo diga, tengo miedo.
¡Cuánto daría por revivir otra edad
en la que tus manos de soleada bondad
me enseñaron, me arroparon y me vistieron!
Ya el día me estremece por su claridad
más que la noche difusa. Y, de verdad,
aunque no te lo diga, mama... tengo mie